A la salida, el perro se desorientó y condujo al familiar a una salita, en vez de a la salida. Una carcelera que andaba por allí, empezó a gritar y a ordenarles que salieran de allí. Mariano y su mujer, que iban un poco más atrás, aceleraron y se acercaron para explicar a la carcelera que esa persona era ciega y que el perro era su guía y estaba desorientado. No hubo manera de hacerla entrar en razón. Siguió gritando y amenazando a unos y otros hasta que lograron salir de la zona de vis a vis.
Días después, le comunican a Manuel Pérez Martínez que su hermano Mariano y su cuñada estaban sancionados durante seis meses sin visitas y que, además, habían denunciado ante la Audiencia Nazional a Mariano por ¡¡"amenazas terroristas"!!.
El 28 y 29 de octubre, Arenas no pudo comunicar con su familia en los calabozos de la Audiencia en el desarrollo del juicio contra él y el PCE(r).
Una vez más, los verdugos se convierten, por arte de birlibirloque, en víctimas. Otra vuelta de tuerca a la represión contra las familias de presos políticos que, de un tiempo a esta parte, no hace sino agudizarse.
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