Si hace algo más de medio año la
censura fascista conseguía sentar precedente e ilegalizar una charla en
la Universidad, hoy la historia se repetía.
La charla
convocada por Yesca Salamanca y Red Roja, iba a ser impartida por las
abogadas Jone Goirizelaia, Haizea Ziluaga y Doris Benegas, así como del
compañero de contrainformación Óscar ha sido acusada de proetarra y
cancelada por la universidad. Estas acusaciones vienen del sindicato SIU
(heredero del SEU de Falange), que nunca ha tenido en toda su historia
ningún delegado estudiantil en ninguna de las facultades y que todos
los poderes orgánicos de dicha universidad conocen su tendencia
fascista. Este sindicato ha llegado a pedir la dimisión del rector, la
vicerrectora y los decanos de Geografía e Historia y Derecho, la
expulsión de los estudiantes organizadores del acto, así como la
criminalización de los ponentes del acto.
A pesar de ser semejante sindicato, diferentes mass-media y el propio
SUP (sindicato unificado de policías), cuyo comunicado se facilita al
final de la noticia, han presionado al decano de la facultad de Derecho
para prohibir la misma. El propio decano lamentaba estas presiones y
ha dejado claro que "las actitudes reaccionarias de la comunidad
universitaria" le han obligado, tras consultar al rector, a prohibir una
charla, a la que según sus propias palabras "pensaba acudir él mismo"
por impartirla abogadas en activo y cuyo contenido consideraba de suma
importancia e interés, ya que no se iba a hacer enaltecimiento de nada,
ni propaganda política de ningún partido.
Esto sigue la línea de la charla "por la campaña internacional por la
libertad de Arnaldo Otegi" que por idénticos motivos fue ilegalizada
hace meses en la facultad de Geografía e Historia. Y cuyo precedente es
sumamente peligroso para una universidad que se dice con cabida para
todas las ideologías y abierta al debate.
En esta última charla, además se puede comprobar cómo la presión de
un sindicato fascista, levanta rápidamente a los mass-media que, junto a
una policía cómplice, ha tenido más peso que la libertad de expresión
de una Universidad de larga trayectoria, como es la salmantina.
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